Julián y Kakán
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Un buen fotógrafo es capaz de captar momentos y expresiones increíbles, en cuestión de segundos. La idea es tener paciencia, mucha paciencia y esperar ese instante único. A los niños hay que dejarlos ser libres, dejarlos expresarse y divertirse, no inmiscuirse en su ambiente o zona de confort. Al final uno es un desconocido para ellos y hay que ser dulce y complaciente para ganarse su confianza.
Julián y Kakán son bien tremenditos. Se portaron tan “mal” durante la sesión -bueno, no mal, muy inquietos- que creemos que su mamá, Alessia, no apostaba ni un duro por un resultado decente de esta sesión. Pero los resultados están a la vista. Los momentos mágicos se inmortalizaron para siempre y las memorias de estos años de “tremenduras”, quedarán grabados con estas imágenes.
Creo que ahora disfrutamos más fotografiar a los niños tremendos, la espontaneidad le da un “Je ne sais quoi” a las fotos que las llenan de magia. Enjoy!